Un tenso enfrentamiento se vivió en el Senado entre la senadora del Centro Democrático, Paloma Valencia, y el candidato presidencial del Pacto Histórico, Iván Cepeda, durante un debate de control político sobre las posibles infiltraciones de disidencias de las Farc en agencias de inteligencia del Estado.

El cruce subió de tono cuando Valencia lanzó una frase que encendió el recinto: “No me vaya a mandar a matar, senador Cepeda”, mientras él le pedía que se calmara.

El debate se desarrolló en medio de la revelación de información que señala que Cepeda habría estado presente en reuniones con miembros de las disidencias y de un supuesto plan para atentar contra la vida de Valencia, en hechos similares a los que rodearon el asesinato de Miguel Uribe Turbay en junio. La senadora aseguró que fue advertida recientemente de un intento de atentado en su contra y relacionó esas amenazas con grupos como la Segunda Marquetalia y el ELN.

Durante la sesión, Valencia acusó a Cepeda de reunirse con militares retirados con fines políticos, lo que, según ella, viola la Constitución. También criticó los mecanismos presuntamente usados para reincorporar militares retirados a las Fuerzas Armadas después de participar en actividades políticas. Cepeda respondió señalando que las acusaciones carecen de fundamento y aprovechó para cuestionar al expresidente Álvaro Uribe y a su hermano Santiago Uribe, condenado por vínculos con el paramilitarismo.

La situación escaló cuando Valencia insistió en que teme por su seguridad y reiteró ante la plenaria: “Me enteré de que el plan para asesinarme no era de la junta del narcotráfico, sino de la Segunda Marquetalia, que asesinó a Miguel Uribe, y del ELN, con el que negocia el senador Iván Cepeda”. Además, reprochó que Cepeda hubiera firmado acuerdos con el ELN que contemplan la vinculación de jóvenes de 15 años en el conflicto.

El Pacto Histórico salió en defensa del senador Cepeda y del Gobierno, asegurando que los señalamientos representan un intento por deslegitimar la política de paz total. El cruce dejó un ambiente de alta tensión política, en un contexto en el que la seguridad y los riesgos contra figuras públicas vuelven a ocupar el centro del debate nacional.